La Pirámide de las castas en Hispanistán

Pirámide ecosistema humano

La sociedad española, seguramente como todas, está estratificada en castas de tal modo que cada una domina a otra inferior diez veces más populosa. ¿Por qué diez? No se sabe. Será porque cada hombre tiene diez dedos con que manejar los hilos de sus marionetas, pero el sistema está muy extendido en el mundo. La forma de dominar desde fuera a un colectivo es dar el poder a una minoría del 10% de la población (como hizo EEUU en Irak manejando, a través de Saddam, a chiíes y sunníes), porque estar en minoría lo hace vulnerable, fácilmente corrompible y necesitado de la protección exterior. Pero volvamos a Hispanistán:

En la parte más baja, hallamos la Octava Casta, —Casta Paria—. Ahí estamos unos cuarenta millones de hispanistanos: esta clase de los parias está compuesta por trabajadores asalariados, autónomos, parados y jubilados. Es la casta de los anónimos, de los que si por azar salen en los telediarios, es para decir «No sé. Yo pasaba por aquí y no me he enterado de nada».

La Séptima Casta, —Casta Funcionarial—, de tan solo 4 millones de efectivos (un décimo de la inmediata inferior), es, en general, la de trabajadores de la Administración fijos, laborales o de carrera, cuya función es reprimir y mortificar, ineducar y administrar la eutanasia a la capa paria por medio de: la Policía, el Ejército, los funcionarios de Hacienda y la Seguridad Social, los enseñantes, los médicos y sanitarios y, sobre todo, los burócratas que se dedican a torpedearlos con miles de trámites administrativos para impedirles trabajar y prosperar.

La Sexta Casta, —Casta Política—, de más de 400.000 sinvergüenzas (un décimo de la inmediata inferior) domina a la anterior y la putea deponiendo leyes absurdas, impartiendo órdenes caprichosas y ahora, recortando hasta las mangas de los chalecos. Muchos miembros de la Casta Funcionarial se pasan a ésta en cuanto pueden para ocupar cargos de designación partitocrática. Valgan como ejemplo los miembros de los altos tribunales Supremo y Constitucional.

La Quinta Casta, —Casta Industrial—, de unos 40.000 miembros (un décimo de la inmediata inferior) es la de los promotores-constructores, los medianos empresarios e industriales, que corrompen a la capa política mediante dádivas y sobornos, pero que le ordenan y mandan. A partir de esta casta ya no se pagan impuestos.

La Cuarta Casta, —Casta Bancaria—, de unos 4.000 tíos con traje todo el día (un décimo de la inmediata inferior), es la de los financieros de mediana importancia, e incluye a gente que otorga crédito a la banda de explotadores corruptores descrita antes.

La Tercera Casta, —Casta Multinacional—, de unos 400 (un décimo de la inmediata inferior) es la de

los grandes empresarios cuyo negocio rebasa nuestras fronteras, del estilo de Amancio Ortega, Florentino Pérez y algunos propietarios de medios de comunicación, como Cebrián de PRISA o Vargas de Vocento. Estos visten como les sale de los cojones, pero de marca muy cara. También se incluyen aquí las altas jerarquías de la Iglesia Católica. Se trata de gente que ha rebanado muchos cuellos para llegar así de alto. Mandan mucho y aprovechan la información privilegiada que les llega de las altas esferas de las finanzas para invertir sobre seguro, porque obtienen crédito fácil para sus estrategias empresariales. Esta gente respira ya en un aire enrarecido en el que la llama de la Ley no arde.

La Segunda Casta, —Casta Súper Jet—, de solo unas 40 personas (un décimo de la inmediata inferior) es la Casta de los capos de las Grandes Familias Todo-Régimen de España: personajes que salen en las páginas del Hola, como la duquesa de Alba. Estos no saben lo que es trabajar. Otros administran sus fortunas y ellos las disfrutan.

Y a la Primera Casta, —Casta de la Sinarquía Financiera—, no pertenecen más que cuatro personas (un décimo de la inmediata inferior), es la de los grandes banqueros-financieros que se codean con los mega financieros mundiales, los llamados banksters. Y son Emilio Botín (Presidente del Grupo Santander), Francisco González (BBVA), Isidro Fainé (La Caixa-Caixabank) y, como no puede estar el funcionario José Ignacio Goirigolzarri (Bankia es un banco nacionalizado), el cuarto es Ángel Ron (Grupo Popular). Si hubiera una quinta plaza-accésit sería para Carlos March, presidente de su propio banco familiar. No maneja tanto dinero, pero pertenece a un grupo que lo hace especialmente inteligente, taimado y perfecto conocedor del negocio bancario y sus entresijos.

Las tres castas más poderosas acuden asiduamente a las reuniones de Bilderberg (los cuatro verdaderamente grandes suelen mandar a alguno de sus utilleros, como, en el caso de Botín, a Alfredo Sáenz, el reo indultado por ZP en su último consejo de ministros). Y se relacionan en los coffee-breaks con empresarios y financieros internacionales (guardando las distancias, a menos que les una algo más que el dinero, como por ejemplo, la religión).

Pues bien: los Cuatro Gigantes de la Pasta Gansa constituyen el culmen del verdadero poder, que no sólo no reside para nada en el Pueblo Soberano (prueba de ello es que será el jodido Pueblo Soberano el que no tendrá dónde residir muy pronto), sino en la Plutocracia española de las castas Primera, Segunda y Tercera. Los Cuatro de la Primera Casta siempre se ponen de acuerdo, que para eso son la Gran Oligarquía Financiera del Hispanistán: consensuando decisiones que afectarán a todos los españoles y marcando las directrices que comentarán entre fruits de mer con la Segunda Casta y con los más escogidos miembros de la Tercera.

Las castas se reparten el dinero de España en partes muy desiguales: si el sueldo medio que cobran los parias es de 900 euros, Emilio Botín debe de percibir entre pitos y flautas 5 millones de euros al mes.

Lo grave es que cuando las castas altas cagan, la mierda cae por gravedad sobre el siguiente nivel, que, por contagio, caga a su vez. Y así sucesivamente. Toda esa lluvia de mierda acaba por caer sobre las cabezas de la Octava Casta Paria, por si no tenía ya bastante con su propia mierda, que ya le llega de por sí al cuello.

¿Cómo consigue el Régimen que la hiperabundante Casta Paria no se libere por el simple procedimiento de linchar a los cabestros de las castas Sexta para arriba? Es evidente: dividiéndolos en corralitos estancos, haciéndoles creer a todos que su verdadero enemigo es su vecino, en vez de sus explotadores. De ahí las estrambóticas declaraciones del tenor de que «los españoles nos roban el dinero», que dicen los catalanes; o el «somos la hostia y tenemos el ADN de extraterrestres marcianos», de los vascos. Y tal embrutecimiento de los parias se consigue con la contra-educación, la inestimable colaboración de los medios, la propaganda institucional, la efectiva colaboración de la Sexta Casta Política, que les vende sus mentiras mediante la adulación, y el normal ejercicio de la vagancia de la Casta Funcionarial que los reprime.

Un fenómeno que impide la libertad de la Octava Casta Paria es que, en cuanto cualquiera de sus miembros tiene ocasión, se enchufa en la Funcionarial, a la que envidia, a pesar de que recibe de ella todo su desprecio. Es decir: la Octava Casta no tiene espíritu corporativo ni solidaridad de ninguna clase.

Como la sociedad española está organizada en forma de pirámide, no es raro que abunden en ella las estafas piramidales. Y el dinero de las castas de abajo pasa a las de arriba por un fenómeno ineludible que se denomina «capilaridad cleptocrática».

Las castas Sexta y Séptima —políticos y funcionarios— constituyen el Estado, la Monarquía Cocotera, que fue diseñada por las castas poderosas. En las actuales circunstancias hay una bomba de relojería bajo los huevos del Estado, pues la Casta Política, aparte de la greña permanente de unos contra otros en su seno (más aparente que real, se trata de un vodevil) se ha atrevido a putear a la Casta Funcionarial con recortes inasumibles. El Partido Popular no comprende, porque le sobra soberbia jesuítica, que el Estado no puede putearse a sí mismo. Así que, de seguir por ese camino, el Gobierno tiene los días contados. Y si el PSOE sigue tan desprestigiado y culiacontecido como hasta ahora, tras el erial Zapatero, la Octava Casta de los Parias tendrá la oportunidad de liberarse al fin del miserable 11% de españoles hijos de puta que tiene por encima, cagándola continuo.

Ojalá así sea. Yo, siguiendo el consejo de Ácratas, a pesar de que los Sanfermines han terminado, he tirado a la basura todos mis pantalones gachos, para poder correr, y me he quitado los piercings para que no se me enganchen en las astas de algún morlaco anti-disturbios.

ÁKRATAS «EL OKUPA»

(via) ácratas.net

(imagen) Miguel Brieva

Últimamente en ácratas están especialmente sembraos.

No somos el 99%, pero mañana, séptima y octava casta unidas inundarán las calles. Ya era hora.

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